Hace muchos años empecé mi camino en la educación
en este mismo colegio, di mis “primeros pasos” leyendo o sumando con
profesores, de los cuales, algunos ni siquiera están y otros han seguido
apoyándome en esta nueva etapa; en cualquier caso, dejaron una huella
imborrable en mí.
Y, al pasar al instituto, caminé por nuevas rutas, tuve nuevos guías, pero
no me olvidaba de aquellos que me habían estado acompañando, guiando y
enseñando durante tanto tiempo.
Desde pequeña, tuve claro a lo que quería dedicarme, mi intención y deseos
por ser profesora se iniciaron en las mismas aulas en las que hoy, dejan de ser
una idea de futuro y comienzan a transformarse en una realidad. Pero lo mejor es que, ya sea de alumna o
profesora en prácticas, sigo aprendiendo cada día.
Y a los alumnos y alumnas de primero de Primaria, que sepan que ellos
también me han ayudado, me han abierto los ojos ante una realidad que
desconocía por completo. Y, a pesar de que ya están muy usadas las palabras de
que “de los niños también se aprende”, en este caso no pueden ser más
acertadas. Porque este colegio es una realidad, donde la diversidad es un
aspecto que, innegablemente, está presente en las aulas.
En el colegio Amós de Escalante di mis primeros pasos en el proceso de
enseñanza – aprendizaje como alumna y me alegro de haber podido darlos también
como profesora. Me entristece tener que irme, sin embargo, este centro ya dejó
huella en mí una vez y lo hace de nuevo con personas completamente diferentes y
una perspectiva muy distinta. Aquí he pasado de aprender a aprender, a aprender
a enseñar.
MARÍA CAMPO RUIZ, 07.03.2018.
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