NAYA Y LA CHARCA MÁGICA



¿Podéis ayudarnos? Necesitamos  ilustraciones para este cuento. Dibujos de el pueblo, los personajes, la charca...Echad a volar vuestra imaginación y entre todos haremos un cuento muy especial.
Si queréis participar, haced una foto a vuestros dibujos y mandadlos a este correo:
ceip.amos.de.escalante@educantabria.es




NAYA Y LA CHARCA MÁGICA


Existe una aldea tan remota y tan alta, que las pocas personas que lo habitan cuando levantan la mano casi pueden tocar el cielo. También, a veces, las nubes bajan a ras de suelo y se pasean por sus callejas y prados de alrededor.

Para llegar a este pueblo hay que subir por una carretera muy pendiente y con muchas curvas que tiene la forma de una culebra grande y larga que serpentea por la ladera hasta que mete la cabeza en dos túneles excavados en una roca gigante.
Cucayo, así se llama el pueblo, es tan chiquitín que cuando lo ves de lejos, parece un nido de pájaros pequeñito en la barriga de las montañas.

¿Has estado alguna vez en Cucayo?. ¿Qué fue lo que más te gustó?.
La aldea está rodeada de grandes bosques de robles, hayas, tejos, acebos... donde viven múltiples animales salvajes: osos, lobos, jabalíes, corzos, ciervos, etc.. Otros más pequeños como tejones, zorros, ratones, topos, ardillas... Alrededor del pueblo siempre hay animales domésticos: vacas, ovejas, yeguas, gallinas, gatos, perros...

También hay infinidad de aves: águilas, buitres, cárabos, gorriones, petirrojos, cucos, malvises. Y no nos olvidemos de los insectos, anfibios, reptiles: ranas, salamandras, lagartijas, tábanos, mariposas, abejas. Y los ríos donde nadan cientos de truchas; lagos que se llenan de agua durante el desnieve; montañas tan altísimas que permanecen nevadas muchos meses del año.

¿Puedes imaginar tantos animales juntos y libres?.  ¡Pues sí!, es posible.
En uno de estos frondosos bosques hay una charca. Pero no una charca cualquiera, ya que hay muchas; ésta es ¡una charca mágica!.
Más adelante sabrás porqué.

Para llegar hasta ella hay que adentrarse mucho en el bosque por eso casi nadie la conoce; sólo los más intrépidos, que no tienen miedo a perderse, saben de su existencia. La charca está oculta como si estuviera dentro del cráter de un volcán y rodeada de hayas viejos y robustos. Es redonda, con una piedra grande en medio y si quisieras bordearla entera tendrías que dar alrededor de 60 pasos largos.
¿Quieres intentarlo?. ¿Cuánto dirías que es de grande?.¿Cómo por ejemplo...?.

Un poco más arriba de la charca hay una fuente semioculta bajo una gran peña. Allí vive Naya, una ondina que lleva viviendo en el bosque desde mucho antes que llegaran los primeros pobladores a Cucayo.

Naya tiene unos rasgos de belleza singular; no reúne las características típicas atribuidas a las ninfas de agua dulce. Su cuerpo es menudo ─de lejos se confunde con un niño pero de cerca se aprecian claramente sus formas de mujer─. Tiene una tez muy blanca, como si estuviera pintada con harina, quizá porque raramente le da directamente la luz del sol. En su rostro resaltan unos ojos asombrosos de color glauco; entre azules y verdes. En el centro de la cara, justo encima de dos agujeros negros, se distingue una nariz diminuta que desentona con una boca prominente y alargada como si fuera la de un pez. El pelo, corto, está oculto por un simpático gorro en forma de casquete hecho con hiedras del que solo sobresalen unas orejitas picudas. La piel brillante, por el efecto del agua, está envuelta por una capa muy fina de gelatina verde. Va vestida con un corpiño ajustado hecho con líquenes, helechos, flores y hojas del bosque que va cambiando cada estación. La vestimenta deja al aire unos brazos fuertes y unas piernas largas y delgadas que acaban en unos pies grandes y descalzos, con los dedos unidos entre sí por una tela de piel; parecen aletas.

Naya pasa la mayor parte del tiempo sentada en la roca que hay debajo de la fuente, con los pies metidos en el agua y tarareando melodías que intercala con el sonido de una chifla; un instrumento hecho con una rama verde de fresno, con dos orificios que cuando  sopla la sopla emite sinfonías muy dulces. Otras veces, recoge bayas y frutos del bosque para su despensa; flores y plantas con las que decora su cobijo y confecciona sus vestidos.

El principal cometido de Naya es velar por el orden del medio ambiente y de los habitantes del bosque: los animales, el agua y la vegetación. Retira maleza para que los árboles crezcan fuertes, limpia los senderos, despeja el curso de los arroyos y ríos, etc. Como la charca está situada en una zona muy transitada por animales, también aprovecha para pasar ratos con todos ellos.
¿Y a ti?. ¿Con qué animales del bosque te gustaría jugar?. Venga, tienes que elegir hasta al menos cinco.

Todos conviven en armonía y la vida en el bosque transcurre con tranquilidad, pero de tanto en tanto, también surge algún problema. Cuando esto ocurre, todos van en busca de Naya para que les ayude.

Así, un día pidió auxilio un tejo viejo.
─Naya, Naya, el fuego me quiere quemar.
Entonces Naya convocó con su chifla a los animales del bosque y entre todos hicieron una fila para llevar agua y apagar el fuego.
Otra vez gritó una trucha desde el río.
─Naya, Naya, una piedra ha taponado el río y no podemos subir al pozo para desovar.
De nuevo Naya, sacó su chifla y apremió a todos sus amigos del bosque para desplazar la piedra del río.
Una tarde se acercó un cervatillo corriendo asustado.
─Naya, Naya, el águila me quiere atrapar.
El silbido con la chifla no se hizo esperar. Un ejército de animales se congregó alrededor del ciervo impidiendo que el águila lo pescase.
Hubo incluso una vez, un oso buscando ayuda.
─Naya, Naya, un hombre malo me quiere disparar.
Entonces Naya no se sirvió de su chifla porque tenía una solución para situaciones extremas. Condujo aal oso al interior de la charca y por un pasadizo secreto le llevó hasta el otro lado del bosque, despistando al cazador.
También hubo un caso en que una niña lloraba porque se había extraviado. Cuando Naya oyó su llanto, se acercó a ella.
—¿Puedes ayudarme por favor?. No encuentro a mi mamá ─le suplicó la niña angustiada.
—No tengas miedo pequeña, yo te llevaré hasta tu madre ─la tranquilizó Naya.
De nuevo, todos los animales acudieron al chiflido de Naya y siguiendo sus indicaciones, se dispersaron por el bosque hasta que dieron con su madre.

Sin embargo, hubo una ocasión, en que Naya no pudo hacer nada. Fue una vez que un hombre corría aterrado huyendo de otro hombre y es que Naya era imperceptible a los sentidos de los humanos adultos. Aquel día, Naya lloró  tan desconsoladamente, que la charcha aumentó el nivel de agua varios centímetros.

¿Sabes por qué las personas grandes no pueden ver ni sentir a Naya?. Porque no creen en los seres mágicos. ¡Ellos se lo pierden!. ¿No crees?.
Cada diez años, todas las ondinas, ninfas, hadas, nereidas y demás protectoras de la naturaleza que vivían distribuidas por los diferentes bosques de la comarca, eran convocadas por la Guardiana de todas las guardianas en el lago de Curavacas.

Cuando se acercó la fecha de la nueva convocatoria, Naya preparó su equipaje; nadó y trepó durante varios días y sus noches por una gruta muy estrecha y empinada que conectaba la charca con el lago. Llegó exhausta, pero emocionada de poder reencontrarse con sus compañeras. Era una reunión en la que todas intercambiaban experiencias: aciertos, errores, eran evaluadas, pedían consejo sobre situaciones complejas y también deseos y terminaba siendo una fiesta.
Cuando llegó el turno a Naya, le pidió a la Guardiana Primera poder manifestarse para ayudar también a los humanos grandes.

A lo que la Guardiana Primera le respondió:
—Se de tu bondad Naya, pero la condición humana acostumbra a creer que está por encima de las leyes que rigen el universo. No ha evolucionado lo suficiente para comprender los misterios que encierra la naturaleza y que sus reglas no pueden ser modificadas. Han necesitado siglos para entender que la tierra no les pertenece y sólo han empezado a respetarla cuando han visto peligrar su existencia. Aún falta mucho tiempo para que exista un equilibro real entre la humanidad y el medio ambiente.

—Aún así, debido a tu entrega y generosidad, te concedo parcialmente tu deseo: podrás hacer uso de tus poderes para ayudar a un humano grande una sola vez hasta la próxima asamblea. Tendrás que saber muy bien elegir cuando exponerte porque no estás preparada para afrontar las consecuencias que esto conlleva.

Naya se quedó satisfecha, sabiendo que haría tan bien su trabajo que la próxima vez, la Guardiana Primera no podría negarle su petición y regresó feliz a su fuente.
—¡Total, 10 años no es nada! —pensó entusiasmada.
¿Crees que 10 años es mucho tiempo?. Pues no, no es tanto. ¿Cuántos años tendrás tú entonces?. Te pasarán cosas maravillosas como a Naya. Piensa que tu tiempo, tu edad, no es el mismo que el de naturaleza y los seres que habitan en ella. Estos se miden de diferente manera; existen desde muuuucho antes de que tú nacieras. Su vida transcurre mucho más lenta.
¿Te gustaría saber cuándo hará Naya uso de sus poderes y lo que pasará?. Algún día te lo contaré, cuando seas un poco más grande. No te olvides, ¡eh!. Te prometo que yo no lo haré.



Tina Diez Hoyal






Comentarios